lunes, 21 de noviembre de 2011

La labor del escritor

Sentimientos enfrentados que luchan por sobrevivir. Letras desordenadas que tratan de salir. Torrentes de emociones peleando por sentir.

La labor del escritor, ordenar y colocar. Matizar. Expresar. Encontrar en aquel caos de sensaciones aquello que ha de ser mostrado. Iluminado. Formulado.

Acariciamos las almas intentando sacar de ellas aquello que merece la pena. Buscamos en nuestro interior aquello que no sólo vale para que nosotros liberemos lo que llevamos en el interior, sino para que otra persona se sienta identificada con ello.

La labor del escritor, encontrar aquello que no existe pero persiste. Persiste en ser encontrado y explorado. Amamantado, para crecer y alimentarse de sueños e ilusiones, de amores y tentaciones, iluminar un alma perdida y encender una sensación marchita, prender ese fuego extinto, convirtiéndolo en llama eterna. En estrella intensa.

Soles de emociones que contienen explosiones de sensaciones.

Palabras.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Suspiras.

Y devuelves la mirada a la hoja de papel donde, distraídamente, escribes su nombre en todas las tipologías existentes.

Añades unos trazos con los que intentas dibujar su ojo. Pero es imposible, no hay manera humana de reflejar nada suyo.

Sientes que el aire abandona la sala y miras hacia la puerta, porque sabes que ahí está, que acaba de entrar.

Con su pelo, su mirada y sus labios. La curva de su mandíbula, sus pómulos. Esos andares tan característicos y esa manera tan original que tiene de ponerse la ropa.

Camina por la habitación cómo un Dios camina entre mortales, sin ser consciente del efecto que causa.

Notas el pulso en las sienes, el corazón, las muñecas y hasta las puntas de los dedos, cada célula de tu ser acelera su latido en su presencia.

El aire te abandona, la boca se te reseca, se te olvida hablar y ni tan si quiera eres capaz de moverte, el bolígrafo cae sobre los trazos de su nombre.

Se sienta sin ser consciente de lo que pasa a su alrededor, aunque cada movimiento suyo dificulta más tu respiración.

Se gira y conectáis la mirada, te dedica una fugaz sonrisa.

Y sabes que ha merecido la pena levantarte esta mañana.